
La Entrevista de Santos Cerdán
Santos Cerdán, exsecretario de Organización del PSOE y considerado en su día una de las piezas clave en la maquinaria interna del partido, ha dado su primera entrevista en prisión, concedida a La Vanguardia, donde ofrece una versión crítica, contundente y a la vez llena de matices sobre el proceso judicial que enfrenta por la investigación sobre la trama de corrupción conocida como caso Koldo-Ábalos-Cerdán. Este extenso testimonio no solo desglosa su defensa a fondo, sino que también arroja luz sobre cómo interpreta el proceso, la situación política y el impacto que este escándalo tiene en la política española.
Negación de los hechos y acusaciones de persecución política
Cerdán no da su brazo a torcer: se declara inocente y rechaza con firmeza todas las imputaciones que le atribuye la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. En sus propias palabras, aseguró que:
"Yo lo que sostengo es que soy inocente y que no he hecho nada de lo que dice la UCO."
Niega haber estado involucrado en las "mordidas" o pagos ilícitos presuntamente asociados a la adjudicación de obras públicas, asegurando que muchas de las evidencias presentadas han sido forzadas para ajustarse a unas conclusiones que no reflejan la realidad. Además, pone en duda la autenticidad y veracidad de las grabaciones que la investigación ha circunscrito a su persona, afirmando no reconocerse en ellas y cuestionando que existan tales conversaciones relevantes.
Denuncia también que existen objetivos mediáticos claros para perjudicar su imagen personal y, por extensión, la del PSOE y del Gobierno:
"No cabe duda que hay un objetivo mediático de verme dentro y con ello de dañar la imagen del partido y del Gobierno."
Distanciamiento de otros implicados y responsabilidades
En la entrevista, Cerdán intenta deslindarse de la operación política dirigida desde el Ministerio de Fomento, en particular del asesor Koldo García y del exministro José Luis Ábalos, a quienes señala sin embargo por estar en el foco de la instrucción. Explica que él solo tuvo un papel concreto de nombrar a García como conductor y niega tener conocimiento ni relación con las adjudicaciones ni con los supuestos pagos ilegales:
"Yo lo había puesto como conductor (de Ábalos), a partir de ahí hubo una relación entre ambos, no sé más."
Esta afirmación busca aislar su responsabilidad, negando tanto el conocimiento como la participación activa en las actividades ilícitas que se están investigando.
Impacto político y social del caso
El caso ha estallado como una bomba en el ámbito político, desangrando la imagen pública del PSOE, afectando la confianza ciudadana y profundizando la crisis interna del partido. Voces críticas dentro y fuera del partido consideran que este procedimiento judicial, junto con la figura de Cerdán, simboliza un desmoronamiento ético y moral que pone en jaque la legitimidad de un Gobierno ya debilitado.
La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, ha comentado que el encarcelamiento de Cerdán supone un "salto cualitativo" y pone bajo la lupa a todos los socios que han respaldado a Pedro Sánchez, acusando directamente al presidente de Gobierno de tener que dar explicaciones urgentes por la cercanía con el imputado. Por otro lado, Ione Belarra de Podemos ha calificado el ingreso en prisión como un "daño irreparable a la democracia progresista".
Desde Moncloa, el Gobierno insiste en que entre el partido y la justicia se está actuando con contundencia, y que no existen indicios de financiación ilegal del PSOE, aunque el magistrado del Tribunal Supremo, Leopoldo Puente, indica que podría haber más personas implicadas y que el núcleo de la trama aún no está completamente descubierto.
La sociedad española reclama limpieza y regeneración en la política española más profunda, y el caso Cerdán representa el síntoma de una enfermedad mucho más grave: la corrupción enquistada en las élites que desgastan no solo la confianza en las instituciones, sino también la fortaleza moral de la nación.

Cerdán, identificado como "número tres" del PSOE y hombre clave en negociaciones cruciales como la investidura de Pedro Sánchez, hoy se encuentra recluido y deslegitimado, lo que evidencia que la degeneración política no es un mero accidente, sino un fallo estructural.
La entrevista destapa tanto la estrategia de defensa de Cerdán como la fragilidad del Estado de Derecho ante intereses ocultos y juegos de poder que se deslizan por las grietas de nuestras instituciones. La declaración bajo prisión muestra a un hombre que se autoproclama víctima de una persecución política pero que, ante la gravedad y extensión de las pruebas y acusaciones, no logra convencer plenamente, evidenciando la envergadura del escándalo.
En última instancia, esta crisis debe ser un llamada de alerta para España: solo un compromiso firme con la transparencia, la justicia impoluta y la defensa sin concesiones de la identidad nacional y el honor público podrá lograr restaurar la confianza del pueblo y salvar el prestigio de sus instituciones. La corrupción es una lacra que roba el futuro de la nación, y casos como el de Santos Cerdán deben ser erradicados con mano firme y sin ambigüedades.